El que escucha mis palabras y no las pone en práctica, es como el hombre insensato que edificó su casa sobre la arena. Vino la tormenta y la casa se derrumbó.
La multitud quedaba admirada de sus enseñanzas, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas que ellos conocían.
Muchas personas seguían a Jesús atraídas por sus Milagros y por su Palabra.
Él les hablaba de Dios, de hacer el bien, de perdonar, de vivir alegres...
No hay comentarios:
Publicar un comentario